El Arte Friki
Por otra parte tenemos la palabra otaku, que viene de Japón y significa "obsesionado" o "enfermo". Se emplea básicamente para lo mismo que "friki", pero, en este caso, se refiere a los aficionados al manga (cómic japonés), el animé (animación japonesa) y la cultura nipona en general. También es un término muy peyorativo, pero, con el tiempo, igualmente se terminaron identificando con él los propios aficionados a los que iba dirigido. Los otakus empezaron a sentirse orgullosos de estar obsesionados.
Ésto no es realmente malo: es una buena forma de plantar cara a una sociedad ignorante que rechaza lo que desconoce sin que le importe que se trate de un pilar clave para la cultura y el arte actual. Si ser raro significa ser culto, entonces me enorgullezco de ello. Llámame friki, porque lo soy. Aunque otaku ya no me gusta tanto que me lo digan, porque no sólo no me considero un obsesionado, sino que encima se refiere únicamente a lo japonés del mundo friki.
Sea como sea, este encasillamiento social afecta al objeto de nuestra afición. Puede que sus ventas vayan bien, pero está aislado del mundo al que debiera pertenecer: el mundo del arte. Tanto el cómic (una combinación del dibujo y la literatura), la animación (imágenes consecutivas que forman movimiento, como el cine), los videojuegos (hoy en día potencialmente más envolventes que cualquier película) o el juego de rol (una variante del arte dramático que mezcla a su vez la literatura), entre otros, están injustamente apartados del panorama artístico actual. Esto es debido a que son considerados meros artículos de ocio y subvalorados hasta el punto de ser completamente desacreditados como arte por gran parte de la sociedad. Y eso es absurdo.
Podría ponerme a filosofar acerca de lo que puede llegar a transmitir un cómic, una película de animación, un videojuego o una buena partida a un juego de rol, pero en lugar de ello emplearé un argumento mucho más sencillo y rápido: el ejemplificador. Los cuatro ejemplos que he dado antes están compuestos por dos artes o más que sí están reconocidas. El cómic, por la literatura y el dibujo o la pintura, la animación, por el cine y el dibujo o la pintura, el videojuego, por el cine y, o bien el dibujo o la pintura (en el caso de los juegos en 2D) o bien la escultura y la arquitectura (en los juegos 3D), y el juego de rol por el arte dramático y la literatura. Si aceptamos todas esas conocidas expresiones artísticas como arte, ¿por qué no reconocer como arte las expresiones nacidas de su unión?
Lo que ocurre es que, en su mayoría, son artes que han precisado del avance de la tecnología para nacer (el caso del juego de rol es el más incomprensible) y ahora a la sociedad banal y conservadora le cuesta asimilarlas. Pero es preciso que sean aceptadas pronto, porque son la clave para la evolución del arte. La pintura, la escultura, la arquitectura... todas esas artes son también interesantes, pero no tienen derecho a mostrarse superiores a las nuevas de hoy en día. ¿Es que la gente no se da cuenta de que el mundo digital es el futuro? Dentro de nada la pintura y la escultura pasarán eminentemente al formato digital, y entonces serán los diseñadores de videojuegos los que tomarán el relevo. Y es tan sólo un ejemplo.