Mushishi, entre lo material y lo intangible


La historia trata de cómo un Mushishi, o lo que es lo mismo, un experto en Mushi, recorre el Japón tradicional investigando las distintas clases de Mushi y ayudando a la gente que tiene problemas con ellos. Los Mushi son unos seres cuya existencia es totalmente distinta a la de los humanos, las plantas o los animales, que viven en la línea que divide lo material de lo intangible, y que dependen del flujo vital del planeta. Este Mushishi, Ginkô, irá desvelando sus secretos a medida que la serie avance. El anime consta de 26 capítulos, todos ellos autoconclusivos.
Cuando nos disponemos a visionar Mushishi, estamos a punto de despegarnos de nuestros asuntos diarios para entrar en un mundo lleno de calma y serenidad. Cuando nos hayamos acostumbrado a la mecánica de la serie, atenderemos a las historias de Ginkô concentrados como niños. Y es que lo más destacable de este anime es la ambientación. Desde el principio hasta el final, la enorme calidad gráfica y de animación, a la par que la magnífica banda sonora y el espléndido trabajo de dirección, nos sumergirán en el medievo japonés de la cabeza a los pies. Pero sin ahogarnos. Mushishi desborda nostalgia por doquier.

Lo único que quizá se le puede achacar es el tema de los Mushi como ser sobrenatural representativo de la Naturaleza. En seguida nos recordará a los Kodamas de la Princesa Mononoke, a la Corriente Vital de Final Fantasy VII y a mil cosas más. No es un error demasiado grande, porque el desarrollo lo hace único, pero en esencia peca de reiterar una temática bastante explotada. Esto y el hecho de que no haya una trama sólida tras todo ese bonito trasfondo. Los capítulos autoconclusivos son loables sobre todo por el hecho de que hoy en día prácticamente no se dan en ningún anime serio, pero quizá podría haberse alternado con una historia de fondo que añadiese interés al espectador. De hecho, existe un amago de ésto, y es que Ginkô nos irá mostrando cosas nuevas acerca de su vida en algunos capítulos puntuales de la serie, pero siempre de un modo tan escaso que dejará con ganas de más. Además, esta ausencia de trama principal hace que el último capítulo no tenga carácter de conclusión en absoluto, lo que alimenta mis sospechas de una posible futura continuación.
En fin, una obra de arte de la animación japonesa como pocas se ven hoy en día, que se define a sí misma y no responde plenamente a ninguna etiqueta comercial. Altamente recomendable.
